Entrevista a Pablo Garay, director del Festival Mendoza Flamenca
Por Bettina Martino.
Son dieciséis años, dieciséis mayos mendocinos en los que el flamenco cobra protagonismo para decirse a sí mismo de la mano de maestras y maestros, artistas, público y aprendices. Bajo la potente idea de que es necesario alguna vez volver al punto de inicio reteniendo todo lo aprendido, lo que caló fuerte, lo que se tiene como memoria, el XVI Festival Mendoza Flamenca se prepara para “resetear” y pensar el nuevo paisaje del flamenco, transformado por sus hacedores y hacedoras, pero también por quienes se han ido de juerga al cielo.
Con ese espíritu, el Festival hará su apertura el domingo 5 de abril en el Teatro Independencia con Reset, un espectáculo que según el director del Estudio artístico La Herrería, Pablo Garay, “nos invita a pensar el proceso del baile, el arte flamenco en general dentro y fuera de Mendoza, desde lo que se está renovando y transformando, pero también desde la confianza en lo que queda como vital, esencial, en ese ´reseteo´, en ese reinicio necesario”.
En esta entrevista, el bailaor mendocino habla del festival, del espíritu que lo anima desde sus comienzos, de su trabajo y su vida con el flamenco.
¿Qué nos depara Reset, que es lo que nos invita a resetear este año el Festival Mendoza Flamenca?
Este año lo importante a destacar es estar en conexión absoluta con el flamenco que nos rodea. Resetear es entender que hay cosas en el formato que son obligadas, pero otras van apareciendo y fluyen y hay que dejar que eso suceda. En sus comienzos el festival era una necesidad de generar espacios para llevar a cabo actividades vinculadas al flamenco, para que los artistas e incluso los aficionados pudieran especializarse y contactar con lenguajes diversos relacionados con este arte: el cine, la fotografía, la música, el diseño de ropa. Hoy me toca ser más bien como una especie de canal, de vínculo entre tanta gente que se mueve en torno del flamenco, los que trabajan con productoras y aquellos que se autogestionan. Reset tiene que ver con animarse a desaprender. Eso yo lo viví cuando fui a España, tuve que desaprender, de manera constante y cotidiana, para poder aprender de nuevo. Cuando uno logra mover un punto de vista sobre algo ya aprendido, la incorporación de lo nuevo se hace absolutamente más profunda.
¿Qué momentos del festival, en estos 16 años, han sido los más desafiantes y cuáles los más gratificantes?
Lo desafiante en estos 16 años ha sido la evolución del concepto artístico del Festival, que se va generando y gestando en el Estudio y es desafiante porque, además, tiene que nutrirse de artistas que vienen de afuera. Entonces es llegar a una misma sintonía creativa, o conciliar conceptos estéticos. Es un desafío por ejemplo montar algo para que baile un artista invitado, o para que toque un músico o para que alguien cante, poder materializar eso en una creación de alguna manera. Esos momentos son desafiantes, te ponen en situación real y uno va aprendiendo a ser flexible, a utilizar herramientas creativas, se anima a dejar cosas abiertas, como si fueran piezas que se van a montar en algún momento, que van a cuajar en algún momento en una presentación, ya sea de un tablao o de una puesta en escena en el teatro.
Momentos gratificantes son todos, han sido todos, y yo particularmente lo que trato de pedir internamente es que el flamenco siempre me dé la opción de vivir al día con la gente, actualizado en los vínculos, desde el flamenco, desde el trabajo, desde la creación, en todos los aspectos.
Dos grandes bailaores serán parte este año del festival. ¿Cómo fue el esfuerzo de organización para traerlos en un contexto económicamente difícil para la gestión cultural y artística?
Me resulta difícil de responder esta pregunta. La responsabilidad la asumo directamente yo, soy consciente de eso. Pero también es un aprendizaje confiar, de alguna manera, en lo que se ha construido en todo este tiempo. Yo asumo ese riesgo porque confío en esta especie de comunidad que me vincula a mí personalmente, o vincula a La Herrería, con otros estudios, con gente del oficio, con personas que dan clase, o que estudian la técnica o que dan cursos. De todos modos, no me olvido que es el aniversario de nuestro Estudio, que es una fiesta, que es una celebración. Es casi como cuando uno festeja un cumpleaños, de repente pone de lo que uno tiene y espera el aporte desde afuera, con apoyo, con presencia. Cuento con un equipazo de trabajo, de gente que se hace eco de eso.
De todas maneras, en un rol más de productor, en estos 16 años y si me pongo a hilar fino, siempre ha sido muy difícil la gestión artística. Soy absolutamente consciente de que yo muevo desde un alumno hasta profesionales de la danza, la música o el cante. Desde que los muevo de su casa hasta que suben al escenario o nutren el cronograma del Festival, soy consciente de que hay un montón de condiciones que no son las mejores. Uno intenta correr siempre ese margen, que esa situación mejore. Pero la manifestación en sí del festival no dependió nunca ni depende en lo más mínimo del contexto ni económico ni político del país. El mensaje a lo mejor no está explícito, pero el solo hecho de llevarse a cabo ya es contestatario, está de alguna manera rescatando, reconstruyendo, transmutando, dialogando o contestando a cosas que tienen que ver con la realidad política, económica o social.
Algo que caracteriza al festival es la presencia de La Herrería a pleno. ¿Cómo se vive ese proceso previo, cómo vive la herrería los preparativos y cada momento del festival?
La gente que lleva más ediciones de este festejo consigo o lo tiene en su recuerdo realmente sabe la dimensión que tiene. Por ahí hay gente que recién ingresa y no lo dimensiona así, y bueno, eso se completa después de pasado el mes o cuando quizá ya no hay un cronograma de actividades. Para mí la idea, y ojalá que llegue así a todos los alumnos, es que finalmente van al escenario en un rol de artistas, porque en realidad lo que se trabaja es un espectáculo y una puesta en escena. El Festival es una fiesta y para mí, en lo personal, si una persona baila una sevillana o si puede bailar un baile entero sola tiene exactamente la misma importancia, el mismo valor. No hay diferencia porque bailes más o menos, o porque cantes más o menos.
Hemos visto también a amigos, amigas, al propio público comprometido en esa fiesta...
Totalmente. Inclusive es importante llegar desde La Herrería a la gente que no forma parte del cronograma, somos conscientes de que el flamenco en Mendoza no es solamente la gente que está en el cronograma ni la gente que viene de afuera. Obviamente que se hace una elección consciente, pero es super importante que ellos también entiendan que forman parte de un suceso que lleva en sí el trabajo de muchísima gente y no solamente trabajo de un rato, sino de años de formación en el flamenco. Cuando los artistas de afuera y los de adentro entienden eso, que es una estructura abierta, que puede ingresar la gente a participar, intercambiar, conocerse, poner algo en escena o a tomar una clase, también se logra un punto interesante que nutre este hilo antes más delgado y hoy cada vez más intenso y fuerte. El flamenco hoy está más fuerte y más presente que nunca en Mendoza y eso es genial.
¿Cómo se mantienen presentes los artistas que ya no están y que han sido parte del Festival?
Los artistas que están ausentes, en realidad, están de alguna manera muy presentes no solo en el Festival sino en lo cotidiano, y más cuando hay no sólo una admiración artística -me refiero específicamente a Miguel de Mendoza y Claudio Arias- sino también una admiración por la calidad como seres humanos. Personas como Miguel o Claudio están presentes en recuerdos, anécdotas, situaciones artísticas o inclusive cuestiones que solo tienen que ver con lo personal. Por ahí a lo mejor por una cuestión de proxemia que hemos tenido con estos artistas, no solamente mía sino de la gente de La Herrería o del festival, inclusive de la gente del flamenco de Mendoza, es imposible pensarlos por separado, ellos están con nosotros. Yo agradezco tener el arte como herramienta, la música como un respaldo, las letras y el cuerpo por supuesto, y la sensibilidad como para poder transformar cosas que no son tan felices en algo creativo y esos recuerdos se modifican para bien. Aprendemos a recordar a la gente un poco como se debe, con un festejo, con amor, con cariño, con admiración, con risas.
Siempre se habla de un “panorama del flamenco” en tal o cual lugar o momento, que es casi como un paisaje. ¿Qué ves hoy en ese paisaje?
Un poco lo que te dije antes, gente que se mueve y autogestiona su trabajo. La gente viaja, va y viene, maneja mucha información, se forma en un curso, en la convivencia con otros, con maestros, aprende cosas por Youtube, organiza cosas por las redes. A mí como trabajador del arte me da curiosidad pensar cómo es un artista que se está formando así hoy, porque nosotros aprendimos de otra forma, con otros vínculos con nuestros maestros y maestras. Y da igual realmente cómo se dé, lo bueno es estar abierto y generar todas las herramientas posibles para que lo que se sabe del flamenco pueda circular, viaje, sin perder para nada el respeto, el cariño y el amor por lo que uno hace.
¿Con qué letra definirías tu historia, tu vida con el flamenco?
Yo no sé si la historia, pero el hoy, este segundo, se me refleja en una letra de El Vareta que se llama “Voy a pintar las paredes con tu nombre”. Y después, una que estará en la puesta en escena de la apertura del Festival, que es “Luz en los balcones” de Fernando Terremoto, que me impresiona por la simpleza y la profundidad que tiene para decir tantas cosas en dos estrofas. El hoy para mí es esta canción por bulerías, que dice algo así como “no consigo encadenar unas palabras, pero yo sigo aquí componiendo”. Tomar conciencia, seguir componiendo, bailando, trabajando, entregarse a la vida, esa letra me identifica absolutamente. Seguir adelante es nuestra tarea, y en ese seguir adelante está un poco la idea de “resetearse” de este festival, actualizarse, desempolvarse un poco la cabeza, los recuerdos, moverse un poco del lugar propio. A veces miramos la realidad siempre desde nuestro punto de vista y muchas veces, por eso mismo, nos perdemos de vivir algunas otras cosas.
Para mas información dirigirse a la pagina http://www.mendozaflamenca.com.ar/
Luz en los balcones – Fernando Terremoto.
Luz en los balcones, se hace tarde, el sol se pone, soñolientos se tornan los corazones ....
EL FARO agradece que el MENDOZA FLAMENCA y PABLO GARAY hagan un paseito por bulerias en este espacio y celebra que lo realice de la mano de la bailaora y comunicadora Bettina Martino.
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