Nos subimos a la balsa de la dramaturga, directora, actriz y docente Eloisa Tarruella.
Podríamos comenzar este encuentro con una revelación particular de la dramaturga y cineasta. ¿Cómo se ve Eloísa Tarruella en el universo del arte, entre el libreto y el guion?
Es muy interesante la pregunta para reflexionar. Me veo con un animal que narra porque eso es lo que somos “animales que narramos”. Pienso que mi profesión –en cine y teatro- está unida por mi necesidad de contar historias. Mis textos son espejos abiertos. Porque siento que no solo nos reflejamos en las narraciones sino que también podemos entrar en ellas. Atravesar las historias y salir distintxs. Y ese cambio que sucede al ver una película o una pieza teatral, tiene que ver con el movimiento. Y el teatro y cine, de manera distinta, nos invitan a movernos. A entrar en la esfera de los personajes que transitan el cuento y de esta manera caminar sobre los miedos y el deseo. De ahí, mi concepto de “espejo abierto”.
Posee usted (a nuestro entender) un pasaje en el artístico lleno de originalidad y preciosismo. ¿Cómo recorre ese camino?
Hay algo que se escribe en mi infancia. Y digo se escribe porque me crié en una casa de se respiraba literatura. Mi madre Mercedes Pérez Sabbi es escritora enfocada literatura infanto-juvenil y mi padre es Alejandro Tarruella, periodista y escritor también. Tuve bastante influencia de mi familia en mi profesión. El amor por la lectura y por el arte en general, viene de ellos. Escribir lo hago desde que tengo memoria. A los 4 años escribí mi primer poema que decía: “El color del corazón, es del color que uno sueña”. A los 7 años, me animé a una novela. También recuerdo mi diario íntimo como una una manera de estar en contacto con las emociones. Amaba escribir cartas también. Y hoy en día, el formato epistolar está muy presente en mis piezas teatrales. Con respecto al teatro, también empecé a los cinco años en el Grupo de Teatro Catalinas Sur al que iba mi madre, yo la acompañaba y ahí empecé a actuar. Me encanta el ritual del teatro, lo cooperativo, el escenario… El cine vino más tarde, en mi adolescencia cuando comencé a pensar que iba a estudiar en la universidad, me dio ganas de hacer la Carrera de Dirección. No era algo aislado para mí. Había visto mucho cine, desde mis seis años iba a la Sala Lugones. Siempre estuve enamorada del cine. Hice el examen de ingreso para entrar a la ENERC y lo logré. Ya en medio de los estudios, sentí la necesidad de saber más de guión, así que me preparé también en esa área. La dramaturgia vino un poco después, a mis 25 años, cuando escribí mi primera obra AMORAR. Tenía deseos de hacer un proyecto propio, de escribirlo, actuarlo y dirigirlo. A partir de AMORAR no paré de escribir teatro y cine. Fue la semilla de algo que ya venía procesando internamente. Y cada vez más, estoy abierta a nuevos formatos de escritura. Estoy escribiendo mucha poesía, que si bien, era algo que hacía esporádicamente, ahora es continuo. Creo que está todo unido, hilvanado, me gusta usar la metáfora de Liliana Bodoc “Pobre de nosotros si olvidamos que somos un telar”.
¿Qué es el poder de la palabra en la dramaturgia?
Pienso que la palabra es la base de la dramaturgia. El eje central. En mis obras teatrales abordo también la palabra que es tiempo, límite y expansión. Me interesa una dramaturgia donde la palabra sea puente para abordar distintos lenguajes teatrales. Juego mucho con la poesía, el decir poético, con lo musical o la comedia. Por eso me interesa que la palabra sea puente para explorar. La palabra no lineal, la palabra audaz es la que me atrae para continuar escribiendo teatro.
¿Qué significa para usted contar una historia en cine?
Es un lenguaje que me fascina. Contar una historia en cine es conectar no solo con el universo audiovisual sino también con el arte pictórico, la fotografía, la música… la fusión de distintas disciplinas. Es siempre un desafío por esta complejidad pero a la vez es pura emoción. Somos nuestras imágenes, las que fuimos constituyendo a lo largo de nuestra vida, pero también la IMAGEN del deseo, lo que imaginamos y no podemos realizar sino es a través del pensamiento. Me interesa lo SUBJETIVO en el cine. La particularidad de andar en las emociones de los personajes. Ser un rato ellos y ver a través de sus ojos como si fueran ventanas. Hasta el momento hice tres películas muy distintas: “Gené, en escena” un documental sobre la vida de mi maestro Juan Carlos Gené, “El objeto de mi amor” docu ficción y “Bailar la sangre”, las últimas dos co-dirigidas junto a Gato Martínez Cantó. Y ahora estoy preparando mi cuarto película “Al romper las olas” que será un film de suspenso, género que me encanta abordar.
Como creadora, ¿cuál es su objetivo último?
Crear es navegar en aguas inciertas hacia un rumbo determinado. Mi deseo es seguir por esas aguas explorando, en la búsqueda constante. Descubriendo, que es una forma también de descubrirme.
¿Se puede hablar de un espacio concreto de paridad para las dramaturgas y cineastas argentinas?
Pienso que aún no se logró la paridad de género en los espacios artísticos y en muchos otros. Se está trabajando en esto, sobre todo las distintas organizaciones feministas. Pero los porcentajes en el trabajo de las mujeres y géneros diversos en los espacios audiovisuales y teatrales, aún es muy bajo y muy dispar. Esto nos muestra un panorama complejo. Porque si bien se habla mucho más del tema a través de la visibilidad de esta problemática y noto avances en algunas cuestiones puntuales, falta ese reconocimiento en la paridad real y concreta. Insisto, no solamente de la inclusión de las mujeres en cine y teatro, sino también de géneros diversos.
Si bien muchas veces se pasa por alto, el aporte de las mujeres al cine latinoamericano ha sido clave, no solo frente a la cámara sino detrás de ella, ¿cómo percibe el cine en Latinoamérica?
El cine en Latinoamérica está pasando por una crisis, y no solo por la pandemia que agudiza lo que ya era complejo. Hay pocos espacios de exhibición en las cadenas más grandes de cine y aún faltan políticas que cuestionen esto. No soy experta en el tema pero sí puedo ver que todavía estamos con los tanques de Hollywood como lugar esencial y las películas latinoamericanas quedan en un último lugar de difusión y también de interés para el público. El interés se crea por la cantidad de publicidad. Las personas eligen ver “Godzilla 8” porque tiene millones de pesos invertidos en publicidad y crea deseo. En cambio, las películas latinomericanas, jamás llegarán a tener la misma masividad por el poco presupuesto. Por eso, se necesitan políticas que tomen en cuenta estos puntos para que el cine latinoamericano esté en el lugar que merece. Con respecto al tema puntual de las mujeres en el cine, es aún más difícil que una mujer logre hacer una película (esto es estadístico). Y por supuesto que nuestro aporte como mujeres en el cine es fundamental. Ampliar la mirada, salir de ciertos lugares esterotipados con respecto al rol de la mujer. Tener lugares protagónicos dentro y fuera de la pantalla. En esto estamos trabajando.
Entendemos que hay una postura política que modifica un orden de cosas para emancipar a las mujeres en el quehacer cinematográfico. ¿Qué mirada tiene al respecto?
Pienso que es importante tener un cine diverso, y cuando hablo de diversidad, hablo de pluralidad de miradas. Si hay un 80 por ciento de directores hombres, nos quedamos anclados en esa esfera. Por eso pienso la importancia de la inclusión de género diversos y de mujeres en el cine. De paridad sobre todo. Que no haya una única mirada que unifique sentidos. Abrir. Descentralizar. Esto no quiere decir que las mujeres tengamos una mirada única tampoco. También hay diversidad dentro del pensamiento creativo de las mujeres. Muchas veces se malentiende esto, y se configura un imaginario sobre lo que debería ser un cine hecho por mujeres. Y yo estoy en las antípodas de eso. No creo que a todas las mujeres nos interesen los mismos temas para abordar ni tengamos un pensamiento único, por suerte.
Para entrar a compas en el flamenco, tendremos el placer de contar con el film BAILAR LA SANGRE (guion y dirección de Gato Martínez Cantó y Eloísa Tarruela) en Mendoza dentro del Ciclo de cine del XIII FESTIVAL MENDOZA FLAMENCA. ¿Cómo fluye la idea de esta película?
Es una alegría enorme poder participar del Festival y llegar al público mendocino.
Gato Martínez Cantó tuvo la idea desde un inicio, abordar la figura de Federico García Lorca, desde su obra “Bodas de sangre” para hacer una deconstrucción de su vida, su obra y la vigencia de él en el arte. A partir esta premisa, comenzamos a indagar desde el guion que puntos nos interesaba para profundizar y surgió: contar los ensayos y rodaje del clásico “Bodas de sangre”. Hacer una recreación de la misma y grabarla en una fábrica recuperada IMPA. Elegimos el IMPA porque tiene una estética muy particular, una fábrica recuperada, un espacio de trabajo, un templo. Un lugar donde se hace nos pareció ideal para montar "Bodas...", en Buenos Aires y en la actualidad. Es una manera de jugar con eso de que Lorca es universal. Lorca se resignifica en la mirada de las personas que lo van interpretando. Hay algo del amor, de pasión y tragedia que a nosotros nos atraviesa y por eso sigue vigente. Jugar con este presente y con el pasado lorqueano para re-significarlo en este documental de creación.
Se deja ver que cuando Federico García Lorca en los años treinta llego a Buenos Aires dejo un halo de flamenco y poesía en esa trillada ciudad, ¿que nos cuenta BAILAR LA SANGRE de eso?
Cuando vino Lorca a Buenos Aires, quedó maravillado y dejó una huella esencial de su arte. Iba a venir por un tiempo para el estreno de “Bodas de sangre” pero la ciudad lo atrapó. Entregó su música, su teatro y el pensamiento. De esto habla el historiador Jorge Dubatti en “Bailar la sangre” y traza un puente que trasciende el tiempo. El brillo que dejó en el año 33’ cuando llegó aquí y la vigencia de su obra en la actualidad. Como si hubiera un puente invisible que continúa, a pesar del tiempo y a pesar de su muerte. Una presencia en su ausencia.
Hemos escuchado que el film conjuga más de un género, cosa que nos resulta interesante, cuéntenos de esa mistura cinematográfica.
El documental tiene varias partes y juega con los géneros. Es un documental que también es una ficción porque recrea varios cuadros de la pieza clásica “Bodas de sangre” donde actúa Mimí Ardú como la madre lorqueana, Brenda Bianchimano (La novia), Jonathan Acosta (el novio) y Gastón Stazzone (Leonardo). También hay un grupo de músicos en vivo. Está presente el backtage, detrás de escena del rodaje que es como espiar por la cerradura de la creación donde se ve a Eva Iglesias (coreógrafa) trabajar con lxs bailaores. Incluye varias entrevistas a Jorge Dubatti y Cristina Banegas donde se aborda la parte histórica. La idea fue romper la estructura lineal de la narración. Hacer un rompecabezas donde aparezca este Lorca poético y enigmático que nos dejó una obra infinita.
Si pudiese cambiar algo en este mundo a través de sus obras, ¿qué sería?
Es una pregunta hermosa y compleja. Si pudiera cambiar algo en este mundo con mis obras sería que las personas que las vean puedan atravesar ese “espejo abierto” y movilizarse. Que puedan abrir sus ventanas, que son ojos, para contemplar. Y que la emoción fluya como un río donde se pueda navegar.
¿Quiere agregar algo más?
Quería contarles que acabo de estrenar un videoclip como directora que se llama “Eco” de la cantante y música Flor Albarracín. Les dejo el link para que puedan verlo de manera gratuita.
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